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Realidad y Arte oscuro.

 

La realidad no tiene sentido para el hombre, incluso para un dios, quien no comprende las acciones de su creación.

 

Afuera de mi mente hay cosas que ocurren, cosas que suceden, algunas las apropio para mi ser y otras  prefiero descartar, cegado por el fantasioso deseo del bienestar, no solo el propio, sino el de todos aquellos que me rodean,  ¿pero cómo ayudarles si no salgo de mi mente?, y al salir me pregunto: ¿Cómo ayudarles si ellos no lo desean?, si ellos viven en su propia idea del mundo al igual que yo.

 

Entonces pienso… el arte es mucho más honesto que las personas, es fácil distinguir cuando alguien miente, cuando es farsante, cuando dice la verdad y cuando no. Solo hace falta observar lo que fue hecho para ser observado.

 

El arte no siempre es bello, pero tampoco siniestro, el arte es la búsqueda incesante de la perfección. El humano, portador de miles de talentos emocionales, promueve el arte para la búsqueda de su propio placer, de revivir aquellos momentos, buenos o malos, pero que su solo recuerdo produce una satisfacción melancólica, no un desagrado por desvinculación de estos conceptos.

 

Es fácil hacer llorar, lo difícil es hacer reír, dijo alguien antes de mí; se me ocurren mil formas de perder a todos los seres queridos, pero muy pocas para complacerlos a cada uno. En el arte ocurre lo mismo: “¿cómo no perturbar al espectador con una obra?”. Simple: no ofender su intelecto, no menospreciarlo, no insultar ni corromper su moral. La obra no es dirigida a sí misma, ni al creador, sino al espectador, sus  elementos pueden vulgarizarse entre sí, pero nunca vulgarizar al público, pues todo arte es producto de una investigación y como tal debe ser presentado a todos como algo claro, aunque no lo sea. Puedo ver cientos de personas morir en la tinta y en la pantalla, pero si el héroe por alguna casualidad justificada es quien los mata, no ocurrirá nada grave en mí, y aunque las convenciones de género parezcan entrometerse, de verdad no lo hacen; la regla es siempre la misma: respetar al espectador; y esto incluye también respetar la verosimilitud impuesta por cada historia, no necesariamente por una convención de género.

 

Evidentemente esto es más obvio en algunas artes que en otras, pero funciona en todas por igual, pues hasta una pintura o un perfume conllevan una historia por detrás, tal vez más abstracta, pero siempre hay un elemento organizativo que no pertenece a la realidad, y eso es la introducción, el desarrollo, el clímax y el desenlace, algo que se creía solo propio de un relato. Pero puedo demostrarles que un buen perfume también lo posee (cabeza, cuerpo y base), y que una pintura también guía la vista de igual forma.

 

Todo arte nos cuenta algo, pero está en el autor el decidir qué contar, cómo contar y con qué elementos contar, pues la unión de estos hará la diferencia entre producir un placer positivo o pseudonegativo (melancólico: como el cine dramático o exaltante: como el de terror), a un placer masoquista, a lo cual llamo arte oscuro, pues este no pierde las propiedades que le convierten en arte, pero atenta contra toda una integridad moral e intelectual. Y si piensa que el masoquismo no es malo, pregúntenle a un psicólogo.

 

Entonces… ¿para qué imitar la realidad si esta por sí sola no produce efectos narrativos, sino que son otorgados por un individuo pensante, el hombre en este caso?

Existe una sola convención de la cual todos los individuos de este planeta y de cualquier otro mundo podrían comprender, y esa es la realidad, no una categorización cinematográfica o una literaria. Quizás sea por ello que los géneros más ajenos a ella sean menospreciados con mayor frecuencia por el público “serio” tales como la ciencia ficción o la fantasía. Pero eso no significa que estos estén alejados a la realidad, y en el caso de la ciencia ficción su nivel de relación con la misma le otorga una mayor calidad por su verosimilitud. En la fantasía ocurre lo mismo, pero su enfoque no es el racional ni el científico.

 

Y algo más curioso… aquellas “obras de arte” más realistas, no son portadoras de una mayor calidad solo por el hecho de serla, sino que pierden un alto nivel artístico conforme se aproximan a la realidad, pues lo preexistente es una herramienta de la técnica y no del arte.

 

Hay miles de formas de introducir elementos artísticos en una obra que aparenta ser realista, un anacronismo, una ausencia o presencia de elementos narrativos, etc.  ¡Pero cuidado!, estos también pueden introducir elementos del arte oscuro; la forma más fácil: destruyendo lo verosímil de la obra.

 

A todos los artistas que hayan leído este breve ensayo; piensen de sus obras como un discurso masivo o selectivo, pero que siempre está dirigido a un gran número de personas, y cada individuo tendrá un mundo propio que es compatible con la misma realidad y con su propio intelecto. ¿Pero acaso queremos nivelar para abajo? Promueva el proceso de culturización, no se dedique a imitar lo que ya ha funcionado antes con el fin de abarcar más espectadores, pues eso no es arte, si algo ha de copiarse, se lo debe producir mejor, y sin tergiversar el sentido original del “¿Por qué el hombre observa el arte?”. Placer es la respuesta; placer sano, siendo más específico.

 

Eric J. Lagarrigue

01/07/2015

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