Prometeo

Ardiente cayó del cielo sobre el abrupto manto de tierra, cubriéndose en escombros, pero dejándole escapar de ellos. Elevó su mirada a las estrellas y contempló su hogar por última vez.

Aprendió a cazar, a cosechar, y a vivir de nuevo.

Y un día, mientras observaba una peluda criatura erguida en dos patas, decidió plantar una semilla en lo más profundo de su mente, pensando que quizás alguna vez podrían ayudarle a regresar.

 

 

Para el Concurso Internacional de Microrrelatos Fundación César Egido Serrano-Museo de la Palabra.

 

Eric J. Lagarrigue

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